Se trata de una construcción histórica que funciona como centro cultural, ubicado en la ciudad de Las Piedras. Es la edificación más antigua de la ciudad y se sospecha que funcionó como Convento. Es de destacar el lugar estratégico que ocupaba, por su altura de 59 metros sobre el nivel del mar, como por su ubicación en el único camino que comunicaba a Montevideo con la campaña oriental, a través del “paso de Las Piedras”, conocido más tarde como “paso de Calpino”, sobre el arroyo que tomó el nombre de Las Piedras. Su primer propietario fue Pedro Rosé, natural de Francia y casado con Clara Echevarría Muñoz. Se instaló con su familia en esta edificación hacia 1800. Exportador de cueros y dueño de una estancia en el actual departamento de Florida; tenía saladero y hornos de ladrillos en estos campos. Cartas que conserva la familia de Pedro Rosé, abuelo del pintor pedrense Manuel Rosé, documentan que mantuvo relación comercial con José Artigas. Cuenta la tradición oral que desde esta construcción que era conocida como “Azotea de Rosé”, con un catalejo su propietario presenció la Batalla de Las Piedras y que Artigas se detuvo allí, luego del triunfo de los orientales, en camino al sitio de Montevideo. Sobre fines del siglo XIX y principios del siglo XX esta construcción estuvo abandonada. En 1924 adquiere este bien, para lugar de descanso, Pilar Cabrera, vecino con múltiples actividades comerciales, sociales y políticas. La devoción del mismo por la Virgen del Pilar da lugar al nombre de “La Pilarica”. Los vecinos comenzaron a denominarla “El Castillo”, cuando Pilar Cabrera construyó la torre y el mirador. A partir de mediados del siglo XX, “La Pilarica” tuvo distintos propietarios y fue utilizada para diferentes fines. Como consecuencia sufrió serios deterioros. Adquirida por la Intendencia de Canelones se restauró, para transformarla en Museo y Centro Cultural integrado al barrio.